julio 10, 2020
Impacto de la violencia física en niños pequeños
La violencia afecta la salud física y mental del niño, perjudica su habilidad para aprender y socializar, minando su desarrollo. El maltrato ejerce un impacto devastador en los niños, toda su vida. Cuando los niños consumen su energía en defenderse o sintiendo miedo, padecen de una memoria distorsionada y sus capacidades cognitivas disminuyen.
Antes de los 5 años, la violencia es especialmente dañina, por la vulnerabilidad y porque el desarrollo es muy acelerado, asociándose con alteraciones estructurales del cerebro que se daña grave e irreversiblemente en áreas sensibles al estrés.
La violencia afecta no solo el desarrollo de estructuras cerebrales, sino cómo estas se comunican y funcionan en situaciones de aprendizaje, alterándose funciones básicas como la memoria y atención, y funciones afectivas como la regulación emocional y procesamiento de estímulos afectivos y sociales.
La violencia provoca vínculos inseguros, perturba las relaciones interpersonales y dificulta el logro de competencias emocionales apropiadas; la ira que sienten dificulta el auto-control y provoca reacciones violentas.
Para controlar sus miedos, el niño puede reprimir sus sentimientos como defensa, dañándolo a largo plazo, interfiriendo en su capacidad de interactuar y de desarrollar empatía; quien no siente empatía, es menos sensible a la violencia o sufrimiento.
Otra reacción frente a la violencia, es volver a una etapa anterior a esta; esto puede ayudar, si permite al niño posponer la confrontación con los sentimientos provocados, y ganar “fuerza”. Pero, cuando es permanentemente violentado, se estancan en esta etapa anterior, sin crecer.
La interacción con el entorno y las experiencias son determinantes para el desarrollo infantil. Esta interacción posibilita su adaptación y sano desarrollo. Dependiendo de la interacción con el entorno, las personas se diferenciarán en su vulnerabilidad ante el estrés y su resistencia ante experiencias desestabilizadoras. Una experiencia temprana muy estresante aumenta el riesgo de desarrollar depresión, trastorno de estrés postraumático o déficit de atención/hiperactividad.
Aprender a confiar es la tarea principal del niño. La confianza brinda el fundamento para el desarrollo y la base para la confianza y respeto propios; que confíe depende de la capacidad familiar de proveer cuidado y responder a sus necesidades de cariño y atención.
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