Berrinches y pataletas, ¿qué puedo hacer?

Es común que algunas personas consideren que las reacciones menos amables de los niños y niñas no son correctas, sobre todo cuando se trata de acciones físicas fuertes e intempestivas como: agitar sus extremidades sin parar, golpear a personas que se encuentren alrededor o a sí mismos y acompañar estos episodios con gritos y llantos. Debemos entender que esto es normal, ya que es la manera en la que los niños se expresan; por ejemplo, si un niño quiere algo que no está a su alcance y ya intentó alcanzarlo muchas veces sin éxito, empezará a llorar. Si intentamos callarlo o restarle importancia a su molestia, estamos reprimiendo sus emociones.

Como parte de la crianza, debemos brindar a los niños y niñas las herramientas necesarias que les permitirán expresarse sin dañar a los demás. Es recomendable darle nombre y validar nuestras emociones aunque no podamos cambiarlas o darles solución de inmediato. Los niños y niñas necesitan palabras de aliento y confort como los adultos, sus emociones también merecen respeto; de esta forma les daremos la confianza de compartir lo que pueda estar sucediendo.

Siempre podemos recurrir a la comunicación calmada y asertiva para validar las emociones de los más pequeños, sin importar que las situaciones se tornen repetitivas. Debemos aprender a ponernos en su lugar para ayudarles a nombrar lo que sienten y encontrar una solución o momento de alivio; cada pequeño y pequeña necesita su propio espacio. Si vemos a un niño frustrado, debemos saber el porqué de su reacción para entender su actitud y solucionar el problema; todo esto, a través de la paciencia y la empatía que tenemos con ellos. Recuerda que se encuentran en un proceso de aprendizaje y, con ayuda, podrán manejar sus emociones mejor cada día.

Escrito por: Camila Rodríguez , Acompañante del Programa CIB

 

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