junio 15, 2021

Desarrollo de la comunicación del bebé

Los bebés producen sonidos de forma activa desde el nacimiento, cuyo único propósito es conseguir la atención de su madre, cuidadores o personas de su entorno habitual. Durante los primeros meses, el llanto será la única manera de comunicarse y se producirá por diferentes motivos (hambre, sueño, aburrimiento, incomodidad); será la madre o la cuidadora principal quien identifique la razón del llanto y atienda sus necesidades.

Entre los 8 y 9 meses los bebés disfrutan mucho de hacer turnos en una “conversación”. Es importante que los cuidadores le pongan palabras a las experiencias del bebé y que acompañen la acción con la verbalización. Por ejemplo: “Qué rica papilla de arroz estás comiendo”.

La comunicación con el bebé debe desarrollarse como con cualquier otra persona, no es unidireccional; el bebé también tiene cosas que compartir, por ello, se recomienda que los padres esperen la respuesta del bebé cada vez que le hablen. Hacer turnos en la conversación es clave para una buena comunicación y el fortalecimiento del vínculo emocional entre el bebé y su cuidador primario.

Aunque el bebé aún no puede emitir palabras, atiende al lenguaje de las personas que lo rodean. Se manifiesta a través de gestos, sonidos,  vocalizaciones y, más adelante, balbuceos. Todos estos cambios serán producto de la maduración de cada bebé, así como de las respuestas que brindan los adultos ante cada expresión.

La adquisición del lenguaje

Cuando el niño tenga manejo del lenguaje le interesará imitar lo que dice la otra persona. La estimulación del lenguaje a través del diálogo y el juego debe ser constante, sistemática y adecuada a las características del niño y de su familia. Para ello el adulto debe:

  • Hablar con claridad, correcta y pausadamente de modo continuo durante el día.
  • Convertir en juego la imitación provocada. Por ejemplo: “Repite lo que yo digo”.
  • Evitar interrumpir el discurso del niño para corregir; esto debe hacerse mediante la conversación normal.
  • Evitar el uso del lenguaje infantilizado con diminutivos o repetir las palabras incorrectas del niño.
  • Permitir al niño llevar la iniciativa comunicativa respetando sus tiempos, intereses y gustos.
  • Prestar atención a lo que el niño quiere decir.
  • No anticiparse a sus vocalizaciones, ni terminar las frases por él.
  • Respetar los turnos en la conversación.
  • Ponerse a su altura y utilizar un tono agradable.
  • Si los padres tienen lenguas maternas distintas, cada uno debe hablar en su propia lengua para que ambas sean aprendidas de forma paralela.

Cada cuidador y cada bebé tienen un estilo propio de comunicación, desde el que establecerán sus diálogos. Es importante que el adulto se sienta cómodo al comunicarse con el bebé, se exprese con espontaneidad y disfrute del momento de interacción.

 

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