noviembre 16, 2020

Aprende cómo acompañar una rabieta de tu hijo pequeño

La rabieta es una demostración física explosiva de enojo o frustración.  Aparece porque el niño aún no regula emociones. Al crecer aprendemos a canalizar el enojo y expresarlo adecuadamente, comprendemos que las cosas no serán como esperamos. La rabieta surge también como manipulación para obtener algo, si aprenden que así lo logran.

Que provoca rabietas:

  • El niño tiene hambre o sueño y no podemos satisfacerle inmediatamente.
  • El niño necesita liberar frustraciones.
  • El niño están enojado y aprovecha una situación como detonante.

¿Qué hacer?

El niño, con la rabieta, nos confía sus sentimientos y emociones, comprendámosle, acompañémosle y contengamos  su frustración; si lo reprimimos, puede parar, pero no dejará de sentirse mal y puede sentirse culpable por ello.

Cuando la rabieta empieza, no podremos detenerla, ni nosotros, ni el niño. Cuando acabe, expresemos con palabras  qué ocasionó la rabieta, por ejemplo: «sé que quieres jugar, pero debes dormir». Algunas rabietas pueden prevenirse anticipándoles, en vez de hacerles dejar inmediatamente su actividad.

Si son violentas llevemos al niño a un espacio seguro, hasta que le pase. Asegurémonos que no se hagan daño ni dañe a nadie ni nada, y mantengámonos disponibles. ¿Cuándo hacerlo?:

  • Se cuelga de alguien o le sigue de un lado a otro gritando.
  • Si
  • El adulto está sobrepasado.
  • Estamos en lugares públicos.
  • Causa daños.

Entre los 2 y 5 años,  el niño sufre una lucha interna: Quiere seguir apegado a sus padres, pero también quiere reivindicar su individualidad. Lo manifiesta con rabietas porque no tiene otro recurso para expresarse. Algunos niños no quieren ser consolados en el momento, aceptémoslo.

Gestionemos una rabieta respetuosamente:

  • El niño no hace una rabieta para alterarnos, mantengámonos calmos.
  • Agachémonos para hablarle a su altura, así mostramos respeto y que estamos juntos en esto.
  • No juzguemos la emoción, enojarse no es malo; queremos que aprenda a identificar sus emociones, las acepte y exprese apropiadamente. Así se sentirá comprendido, podrá expresarse y entender qué le pasa.
  • No pretendamos razonar durante la rabieta.
  • Si podemos hacer contacto físico hagámoslo, reconfortaremos al niño.

Debemos estar presente, reforzar el vínculo y hacerles sentir queridos como son. Conectemos con los niños y ayudémosles a gestionar sus emociones. Cometeremos errores, pero  aprenderemos y creceremos juntos

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