agosto 1, 2019
La importancia del movimiento libre y los riesgos del andador
El Movimiento Libre consiste en dejar al bebé moverse espontánea y autónomamente, sin la dirección del adulto. No se coloca al bebé en posiciones que no logre él mismo y no se le exige ningún movimiento. Los niños aprenden por sí mismo y a su ritmo a sentarse, gatear o caminar, el adulto debe facilitar el espacio para promover la iniciativa y juego independientes.
El desarrollo psicomotor no se enseña, se promueve al permitir al niño madurar a su propio ritmo. Así el bebé que explora activamente su entorno, concentrado, seguro y consciente del espacio, se desarrollará adecuadamente. Solo necesita ser respetado, querido y reconocido en sus logros. Esto favorece su salud, equilibrio y habilidad motora, le brinda la posibilidad de conocer mejor sus propios límites y destrezas, y tener mayor confianza para tomar decisiones.
Si se le dice al niño cómo y qué hacer, promovemos su dependencia del adulto, limitamos su capacidad de tomar decisiones y su iniciativa de experimentación, de raciocinio, voluntad y creatividad, afectamos su confianza.
El adulto acompaña con su presencia permanente, su mirada atenta, conversando; es la figura de apego seguro que brinda protección y confianza; no interviene.
El bebé desde el movimiento expresa emociones, pensamientos, toma decisiones, se conoce a sí mismo, al otro y al mundo. No importa si se mueven mejor o antes, sino cómo llega a ese movimiento, cómo lo ha hecho y cómo lo hace sentir, qué imagen le devuelve de sí mismo y del mundo que lo rodea.
Recomendaciones:
- Pon a su alcance materiales simples para que explore, gatee o trepe (cojines o cajas); no le animes a cogerlos ni se los des.
- Cárgalo si quiere.
- No lo pongas en posiciones que no haya logrado.
- Ponle ropa cómoda y mejor descalzo.
- No uses andadores, les fuerza a posturas no elegidas.
El uso del andador altera y retrasa el desarrollo de habilidades motoras como el gateo, que ayuda al niño a desarrollar la orientación espacial y la coordinación motora, que favorece la independización de la mano y el consiguiente desarrollo de la motricidad fina (básica para desarrollar la lectoescritura).
Se cree que el andador ayuda al niño a caminar y los mantiene seguros, pero ocurre lo contrario: provoca caídas y lesiones como traumatismos craneoencefálicos, lesiones cutáneas, fracturas y lesiones dentales.
El mejor lugar para que un niño aprenda caminar es el suelo; promover el gateo, es lo mejor pues el bebé gana fuerza muscular, coordinación, equilibrio y seguridad para pararse y lograr caminar.
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