noviembre 16, 2020
Importancia de los abrazos en la infancia
Los niños nacen necesitados de afecto y de raíces desde las cuales crecer. Los abrazos son expresión de afecto, empatía o comprensión que ayudan a su crecimiento emocional y físico. Por ejemplo, los bebés prematuros, al permanecer piel con piel con su madre, se recuperan más rápido.
Los niños a quienes se les muestra afecto cotidianamente, muestran un sentido de pertenencia que les permite desarrollar su autoestima e identidad saludablemente; desarrollarán mejor su autoconfianza y seguridad y les será más fácil establecer vínculos afectivos sanos.El abrazo manifiesta amor, es un alimento emocional. El niño se siente querido, seguro y comprendido. La empatía y la compasión también se desarrollan con el abrazo.
Con el abrazo, nuestro cerebro segrega oxitocina, una hormona con efecto calmante, que se segrega en el parto y la lactancia, y contribuye al vínculo y apego que creamos con nuestro bebé. Al abrazarse se genera serotonina y dopamina, neurotransmisores que producen sensación de bienestar y armonía.
El contacto físico afectuoso favorece la conexión neuronal y promueve un mayor tejido neuronal, las estructuras cerebrales se desarrollarán más rápido, lográndose mayores habilidades intelectuales.
El contacto físico en la crianza, es básico para desarrollar emociones positivas y relaciones interpersonales constructivas. Los niños que se sienten reconocidos y valorados a través del abrazo y palabras positivas, se abren paso en el mundo con mejor autoestima.
La falta de contacto físico, puede ocasionar inseguridad, aislamiento y carencia afectiva, afectándose el desarrollo y algunos niños manifiestan bloqueos emocionales para relacionarse afectivamente con otros.
Vivir un mal día, tener pesadillas, temor, celos, son situaciones que vive todo niño; en estas circunstancias el abrazo es superior a una conversación. El abrazo calma el llanto, y tranquiliza; también nos ayudan a conectar con ellos más allá de las palabras favoreciendo la comunicación afectiva.
Para que nuestros niños integren el hábito de abrazar, deberá vivirlo cotidianamente. La salud emocional del niño es importantísima y los padres podemos fortalecerla procurando que crezcan en ambientes afectuosos.
Los niños necesitan constantemente ser abrazados y acariciados para reafirmarse emocionalmente; siendo queridos y abrazados, crecerán sanos, seguros y felices.
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