agosto 1, 2019
Juegos libres y juegos simbólicos para el desarrollo infantil
El juego es una actividad creativa natural e innata, es una función vital, cuyo impulso es interno. Todo niño juega, es una actividad tan importante que puede decirse que es la razón de ser de la infancia, pues determina el desarrollo armonioso del cuerpo, la inteligencia y la afectividad. No involucra ningún logro, solo el placer del juego mismo.
Abarca el pensamiento y el mundo interno de quien lo crea y participa de él. A través del juego los niños exploran mundos sociales, materiales e imaginarios; elaboran respuestas a desafíos, aprenden y se desarrollan como personas y miembros de una comunidad.
El juego es un proceso en el que se ensayan roles para la vida adulta, se practican habilidades y destrezas, se crean posibilidades de acción y de convivencia. Es crucial para la vida y desarrollo del ser humano.
La exploración es central e involucra poner a prueba supuestos e hipótesis acerca de sí mismos, de otros y del mundo. Al actuar sobre su entorno obtiene respuestas, el niño responde a estas, ajustando o confirmando sus conjeturas. Por ello se dice que el juego es investigación científica realizada por niños.
El juego aumenta la capacidad cerebral. Las acciones, movimientos y asociaciones, permiten que el cerebro realice conexiones entre distintas zonas con la corteza (responsable de las funciones cognitivas). Por medio del juego, el niño aprende cómo aprender, cómo buscar y procesar información, cómo practicar sus habilidades, cómo organizarse y planificar; ejercita la habilidad de resolver problemas, que requiere abstracción y flexibilidad.
El juego, para cumplir su propósito, debe ser libre, sin interferencias; se pueden brindar materiales, pero será el niño quien decida qué hacer. Debe contarse con tiempo para que el niño se involucre y espacio para saltar, trepar, etc. El niño debe poder crear su propio espacio con mesas, sillas, y telas, que convierta en cabañas o aviones; todo su cuerpo interviene y es el niño quien decide cómo, qué y con quién jugar.
Los niños utilizan el juego libre para asimilar lo que les rodea, expresar cómo se sienten, experimentar y crear. Parte del juego son actividades donde el niño representa papeles o imita alguna actividad adulta, este es el juego simbólico, donde los niños representan física y mentalmente situaciones, objetos, roles y acciones. Por ejemplo, cuando el niño coge una escoba y la convierte en moto, desde esta actividad el niño construye una imagen del mundo. El niño transforma las cosas: una caja es barco, una tela un vestido. También representa a través de conductas cuando juega a “a hacer como si…”( hago como si fuera un cocinero).
Con estos juegos el niño amplía su lenguaje, desarrolla empatía y consolida sus representaciones mentales; canaliza preocupaciones, encuentra soluciones recreando situaciones y cambia de rol para comprender el comportamiento del otro, es su herramienta para entender el mundo.
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