febrero 6, 2020
El lenguaje del bebé
El lenguaje es una actividad comunicativa, cognitiva y reflexiva que permite interactuar, expresar, obtener y dar información. Es un instrumento de aprendizaje que evoluciona toda la vida. Su adquisición es crucial para el desarrollo; con el lenguaje pensamos, razonamos, resolvemos problemas, identificamos, comprendemos y explicamos emociones, establecemos relaciones y desarrollamos afectividad.
Respecto a la regulación afectiva, el bebé no la tiene, siendo sus reacciones muy intensas; el adulto debe ayudarle a regularlas entendiendo sus mensajes, reconociendo sus emociones y nombrándolas, por ejemplo: “¿Tienes miedo? Tranquilo, estoy contigo”. El niño progresivamente aprenderá a reconocer sus emociones y manejarlas.
El lenguaje es una capacidad compleja influida por factores personales, familiares y sociales; los niños deben estar expuestos al lenguaje, experimentar, interactuar y jugar, para adquirir destrezas visuales, auditivas, motrices, cognitivas y sociales, predecesoras del lenguaje.
Gracias al lenguaje adquirimos la capacidad de reconstruir acciones pasadas relatándolas, anticipamos acciones futuras y compartimos nuestro mundo interior (fantasías, deseos).
El proceso de organización mental es facilitado por el lenguaje, dando lugar a:
- La socialización desde el habla.
- El pensamiento abstracto con el soporte del lenguaje interior.
- La interiorización de la acción desde “experiencias mentales», sobre las sensaciones y movimientos.
Debemos escuchar al niño con interés; sus preguntas son un importante instrumento para explorar y aprender, y para afirmar sus relaciones afectivas; las conversaciones promueven el lenguaje, la construcción de conceptos y la socialización. [Conoce más sobre la comunicación de ida y de vuelta]
Al principio de la evolución del habla se llama a diversos objetos con el mismo nombre (agua para todo líquido), pero progresivamente se deben nombrar más precisamente, introduciendo palabras nuevas. Los «porqués» amplían el léxico y pensamiento lógico. Nuestras respuestas afectarán el desarrollo lingüístico. Si un niño le lleva una flor a su mamá y dice,” ¡Mamá, mira!”. Ella puede responder:
- «Ay, saca eso!»
- «Gracias!»
- «¡Qué bonita Flor! Es roja, ¡Mi color preferido!»
La última respuesta conecta con el niño, enriquece el dialogo con más palabras y estimula el pensamiento lógico. Debemos incorporar nuevas palabras en la conversación y enlazarlas en frases sencillas, claras y breves, agregándolas con lógica a lo que el niño dice. [Conoce cómo las emociones de la mamá conectan con el bebé]
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